En
el cielo se veía una hermosa bola de fuego, sólo se ve en días muy especiales y
también suceden cosas fuera de lo común cuando esto pasa.
Dicen
que es porque la Madre Naturaleza anda distraída mirando esa refulgente luna y
no pone atención a lo que son sus obligaciones de crear a todas las especies.
En
fin, lo que quiero contarles sucedió precisamente en una de esas noches que en
el cielo brillaba la luna de una manera espectacular, una hermosa gata llamada
Minina de un color chocolate indescriptible, tuvo tres cachorros; al mismo
tiempo y en el mismo caserío nacían los hijos de una linda perrita llamada
Duquesa, dos gatitos blancos como la leche. ¿Dije gatitos?, pues sí, la perrita
Duquesa tuvo dos gatitos blancos.
Y
lo más sorprendente, si esto les parece poco, es que la gata Minina tuvo tres
perritos, o sea, sus cachorros son tres perritos.
Los
vecinos no salen de su asombro: la gallina Gertrudis no para de cacarear, que
en este asunto hay gato encerrado, ¿o será gatos cambiados?
El
camaleón se pone verde de la envidia al ver que nadie le pone atención, sólo
hay ojos para ver los recién nacidos fenómenos de la naturaleza.
El
pavo real abre su cola y dice: ¡Qué falta de elegancia la de esas madres, por
no haber ido a verse con un médico de renombre¡
La
mamá canguro asegura: por eso yo no dejo a mis pequeños a merced de cualquier extraño, luego pasan
estas cosas, los hijos siempre deben estar dentro de la bolsa, bien
abrigaditos.
La
gata Minina mira absorta a sus tres retoños, son lindos, pequeños, tiernos;
pero son perros, como aceptar semejante situación. Los bebés recién nacidos
buscan el calor de su madre y ella duda antes de cobijarles. ¿Qué puede hacer
una madre cuando los hijos que esperó con tanto amor no son como pensó que
serían?
Tras
momentos de duda, les abraza, pasa su lengua por el pelo suave y brillante y
los alimenta con cariño, si Dios me los envió así, yo los aceptaré como son,
aunque los vecinos murmuren tras de mí.
En
circunstancias parecidas se encuentra la perrita Duquesa, con dos preciosos
gatitos blancos que no paran de maullar. Escucha los rumores que vienen y van.
Su comadre
Mapanare le dice con cruel acento:
-Comadre debería llevarlos al refugio de animales antes que nuestras amistades
se enteren de esta situación tan vergonzosa.
La perrita
Duquesa no lo piensa dos veces y responde airada: -A lo que Dios da, no le
debemos poner reparos, si Él quiso que yo tuviera dos gatos en vez de perros,
pues, así será, criaré esos lindos gatitos.
Pasados unos
meses llenos de chismes y comentarios que recorren todo el barrio las
orgullosas mamás pasean a diario con sus hijos detrás.
Minina con sus
tres perros y Duquesa con dos gatos. La gente comenta que no es natural tener
que ver semejante disparate.
Ante el juez Guacamayo
se han presentado varios de los vecinos del pueblo para solicitarle que
intervenga para solucionar el problema, porque esta situación provoca
habladurías que deberían cesar. Hasta en los reinos lejanos se burlan de
nosotros por esos niños defectuosos que
aquí han nacido.
Después de
mucho pensar el juez Guacamayo se presenta en casa de la gata Minina y le
plantea la solución que ha encontrado.
Como la
perrita Duquesa ha tenido dos gatos y tu tuviste tres perros, deben hacer un
intercambio, así todo volverá a la normalidad.
Minina
responde: Usted llama normalidad que una madre tenga que dar su hijos a una
extraña y recibir unos hijos que no son suyos, pues, no. Aunque tenga que
pelear contra los comentarios de la gente conservaré a mis tres hijos perritos.
Al plantearle
a la perrita Duquesa la misma cuestión, esta responde:
-Tengo los dos
hijos más cariñosos que jamás pude imaginar, no los cambio por nada.
El juez
Guacamayo se retira convencido de que ante estas dos madres no hay nada que
hacer, que conserven a los hijos que tuvieron, total, ellas serán las que
carguen con los problemas que de sus decisiones se deriven.
Pasado cierto
tiempo, en el pueblo se realizan las fiestas de la primavera, en las que todas
las familias participan en las competencias de nado para perros y caza de
ratones para gatos. Concurso de cacareo para gallinas y de canto para gallos.
Los pajaritos
animarán con sus conciertos todas las festividades.
-Los hijos de
la perrita Duquesa se han empeñado en participar en la competencia de nado como
lo hacen todos los perros jóvenes, es tradición que los miembros de esta
familia estén entre los mejores nadadores del pueblo.
A Duquesa se
le parte el corazón de tener que decirles que no pueden participar porque a los
gatos no les agrada sumergirse en el agua.
Los gatitos insisten en querer ganar la
carrera. Y le dicen a su mamá que han estado entrenando en el riachuelo y que
ya están preparados para nadar en el río. Duquesa sabe que cada vez que pudo
los llevó a nadar como se acostumbra entre las familias caninas, pero no quiere
que nadie tenga la oportunidad de hacer comentarios sobre sus hijos y
definitivamente decide que no participen para no dar de qué hablar.
Resignados los
gatitos se conforman a regañadientes, ya que no pueden hacer nada más, pues son
hijos obedientes.
De todas
maneras van a las fiestas de la primavera, ya que no pueden participar en las
competencias de natación, por lo menos podrán observar a los nadadores.
La
gata Minina en cambio decide enfrentar a los murmuradores y a pesar de que sus
hijos no han aprendido a nadar, piensa que por ser perros tienen derecho a
participar aunque no tengan ninguna oportunidad de ganar.
Es la hora de
la partida, todos los asistentes se
aglomeran en la orilla del río para ver la competencia de natación y ante el
asombro de la multitud, los hijos de la gata Minina se lanzan al agua por
primera vez en su vida, pues nadie en esta familia de mininos acostumbra
mojarse y menos nadar.
El río es
turbulento, solamente expertos nadadores pueden retar sus aguas, cuando Minina
ve a sus hijos en apuros se arrepiente de haberse dejado llevar por
sentimientos de ira, no debía permitir que sus perritos se echarán a nadar sin
ninguna experiencia, pero ya es demasiado tarde. Todos los competidores
rápidamente se adelantan, sólo tres perritos se quedan rezagados y corren el
riesgo de que la corriente los arrastre hacia una peligrosa cascada, donde seguramente se ahogarán sin
remedio, porque los mejores nadadores están ya muy lejos, no habrá nadie en la
orilla capaz de salvarlos. Entonces dos hermosos gatos blancos se lanzan al
agua y con pericia, uno a uno, sacan a los tres perritos del agua y los libran
así de una muerte segura.
Todos los que
están en la orilla ven con asombro lo que ha pasado, no prestan atención al
final de la carrera, ven maravillados, como dos gatos han podido salvar de la
muerte a tres perritos que no saben nadar.
Aplauden con
entusiasmo y la perrita Duquesa se siente tan orgullosa de sus dos valientes
hijos, que se enfrentaron al peligro y rescataron a los perros del río.
Desde ahora
los habitantes de este pueblo no volverán a murmurar cuando vean pasar a una
perra con dos gatitos o a una gata con tres perritos. Han entendido que debemos
aceptar a cada quien con sus diferencias y que lo realmente importante es el
buen comportamiento y las virtudes puestas en práctica en favor de los demás.